viernes, 11 de enero de 2013

Clase 3: 9-1-2013

     Al hablar de la dirección de una empresa es muy importante tener en cuenta que DIRECCIÓN y PROPIEDAD no son la misma cosa. Esto varía en función del tamaño de la empresa. En las empresas pequeñas, es muy habitual que el director sea el dueño de ella; pero, en empresas de mayor tamaño, normalmente no son la misma persona. 
     El trabajo del directivo de una empresa es combinar los recursos humanos y técnicos de la mejor manera posible para conseguir los objetivos marcados; ha de dirigir los esfuerzos de otras personas hacia los objetivos de la empresa, que son comunes a todos ellos. 
      Esta entrada del blog vamos a dedicarla a hablar de dos tipos de dirección. La dirección autoritaria y la dirección democrática o participativa. La dirección autoritaria es la visión en la que el director o los directores concentran toda la autoridad en ellos mismos. Se dan las órdenes y se espera que sean obedecidas sin preguntas. Todas las decisiones son tomadas por el director y nada se discute con los subordinados. En mi opinión, este tipo de dirección puede ser adecuado durante un corto periodo de tiempo, pero a la larga creo que fracasaría, ya que los empleados se sentirían objetos totalmente; además, creo que podría llegar a crear problemas y resentimientos en el lugar de trabajo. En general, no suele ser muy aceptado por los empleados, excepto en condiciones de crisis como la que nos encontramos en este momento, que se acepta cualquier cosa.
     Por otro lado, contamos con la dirección democrática o participativa. En este tipo de dirección, los directores comparten la toma de decisiones con sus colaboradores siempre que sea posible; eso sí, deben mantener la autoridad de su cargo al tiempo que hace partícipes a sus trabajadores en los problemas que les atañen. La característica que mejor determina este tipo de dirección es que el director de una empresa debe tener muy claro quién puede tomar la decisión en cada caso. En mi opinión, este tipo de dirección es muy motivadora para los trabajadores, ya que ellos se sienten más útiles en la organización. Además, permite al director delegar en determinados asuntos más rutinarios, para así dedicarse él a planificar, coordinar y controlar la empresa. 

     A continuación, se va a plantear un caso hipotético. Considerando que somos el alto cargo de una empresa con 500 empleados distribuidos en 3 ciudades distintas, ¿qué criterios favorables y desfavorables tendríamos en cuenta para ceder nuestro puesto durante un tiempo a un subordinado?
  • Criterios favorables. Uno de los criterios que se debe tener en cuenta para que una persona adquiera un puesto superior al que tiene es su experiencia laboral en la empresa. Este criterio está totalmente ligado a la antigüedad en dicha empresa. Si lleva cierto tiempo trabajando en ella, sabe cómo funciona todo, qué se necesita y qué hay que tener en cuenta para conseguir los objetivos fijados. Por otro lado, otro criterio a tener en cuenta es el cargo que desempeñe en la empresa. En mi opinión, no se le puede dar el puesto de director a una persona que desempeñe una función muy por debajo de ésta, ya que no está acostumbrada a tener tantas responsabilidades. Por último, y no por ello menos importante, es totalmente necesario que la persona que adquiera el puesto de director sea muy responsable. Tiene que ser capaz de organizar a toda una empresa, y para ello, esa persona tiene que dar ejemplo al resto de trabajadores. 
  • Criterios desfavorables. Si una persona no sabe trabajar en equipo ni organizarlo no podrá ser capaz de dirigir a toda una empresa con 500 empleados. Por otro lado, creo que es de gran importancia que la persona que adquiera el puesto de director haya tenido un puesto con alguna relación. Por ejemplo, el diseñador de la empresa realiza tareas para nada relacionadas con las que hace un director. En ese caso, quizás no sepa cómo realizar un trabajo totalmente distinto. Y, por último, una persona que no sea capaz de mostrar cierta autoridad o de imponer respeto no va a poder dirigir a toda una empresa. Si no es así, los trabajadores lo tratarán como si fuera uno más de ellos, y no se debe olvidar que, desde ese momento, él es la máxima autoridad en la empresa. 

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