sábado, 16 de febrero de 2013

Clase 9: 13-2-2013

En un negocio, una de los factores más importantes es la competencia. No es un elemento de nuestra propia empresa, pero es tan importante o más que cualquiera de ellos. En este aspecto, se habla del llamado benchmarking. Cuando montamos un negocio, hay que conocer a la perfección qué hace nuestra competencia y cómo lo hace. Siempre, hagamos lo que hagamos, va a haber alguna empresa que, con anterioridad a nosotros, ha creado un negocio que se dedique a lo mismo. Todo está ya inventado. Por esta razón, lo más importante es saber cómo actúan. No sólo para no hacer lo mismo y que esto afecte al rendimiento de la empresa, sino porque hagan lo que hagan hay que mejorarlo de cualquier manera. Lo más importante en un negocio es saber diferenciarnos de aquello que se dedican a lo mismo que nosotros. Para ello, hay que analizar a fondo el mercado. 

En primer lugar, el precio de los productos o de los servicios es muy importante. Hay que fijar nuestros precios en función de las demás empresas que oferten lo mismo, ya que esto va a implicar que nuestra empresa venda más o menos. Si ofertamos lo mismo que la competencia a un precio más elevado, tenemos todas las de perder. 
Por otro lado, hay que comprobar cuál es la fortaleza de la competencia. ¿Por qué esa empresa está triunfando? ¿Por qué está teniendo tantos ingresos? A raíz de ahí, intenta mejorar esa fortaleza en tu propia empresa, ya sea la calidad de los productos o servicios, el precio (como hemos dicho antes) o la propia organización de la empresa. Muchas veces, que una empresa esté bien organizada hace que los beneficios aumenten porque cada departamento o cada trabajador sabe a lo que se tiene que dedicar, y se dedica al 100% a su labor. Eso se puede observar desde fuera, porque da muy buena impresión de un negocio. 

En conclusión, la competencia es lo primero que hay que tener en cuenta cuando creemos un negocio, ya que nuestra actividad empresarial va a girar en torno a lo que hagan las demás. Hay que mejorar lo que ya exista, de esta manera alcanzaremos el éxito en nuestro negocio.

Jim Rohn, un escritor norteamericano, escribió un breve relato al que se le puede aplicar esto de la competencia. A mí, personalmente, me ha encantado. En este caso, no se refiere exclusivamente a la competencia empresarial, pero deja ver que hay que estar al tanto de todo lo que ocurra en nuestro alrededor para poder triunfar. 

1. Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre quién era más rápida. Para dirimir el conflicto de opiniones decidieron correr una carrera. 
Eligieron una ruta y comenzaron la competencia. La liebre salió a toda velocidad y corrió enérgicamente durante un buen rato. Luego, al ver que había sacado muchísima ventaja, decidió sentarse debajo de un árbol para descansar unos momentos, recuperar fuerzas y luego continuar su marcha. Pero pronto se quedó dormida. La tortuga, que andaba con paso lento pero constante, la alcanzó, la superó y terminó declarándose ganadora indiscutible de la carrera.
Moraleja: Los lentos pero constantes y perseverantes también ganan la carrera.

2. Pero la historia no terminó aquí, sino que prosigue...
La liebre, decepcionada por haber perdido, hizo un examen de conciencia y reconoció su grave error de subestimar a la tortuga. Se dio cuenta que por presumida y descuidada había perdido la carrera. Si no hubiese subestimado a su oponente, nunca le hubiera podido vencer. Entonces, desafió a la tortuga una nueva competencia. Esta vez, la liebre corrió sin descanso desde el principio hasta el fin y su triunfo fue contundente.
Moraleja: Los rápidos y tenaces vencen a los constantes y perseverantes.

3. Pero la historia tampoco termina aquí...
Después de ser derrotada, la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión de que no había forma de ganarle a la liebre en velocidad. De la manera como estaba planteada la carrera, ella siempre perdería. Por eso, desafió nuevamente a la liebre, pero propuso correr por una ruta distinta a la anterior. La liebre aceptó y corrió a toda velocidad, hasta que se encontró en su camino con un ancho río. La liebre no sabía nadar, y mientras se preguntaba "¿qué hago ahora?", la tortuga nadó hasta la otra orilla, continuó a su paso lento pero constante y terminó la carrera en primer lugar.
Moraleja: Quienes identifican su ventaja competitiva (saber nadar) y cambian el entorno para aprovecharla, llegan los primeros.

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