martes, 9 de abril de 2013

Clase 3: 8-4-2013

Volviendo al tema tratado hace un par de clases, hemos seguido hablando de la marca de una empresa. Pero en este caso, no nos centramos tanto en el logotipo, sino en el propio nombre de la marca. Y es que el nombre de nuestra marca tiene que comunicar, y eso es lo más importante. No nos sirve de nada que el nombre sea moderno si no comunica, si no hace referencia a nuestra actividad empresarial. Es muy importante que el nombre de nuestra marca se asocie a algo, y ese algo tiene que ser nuestro producto o servicio. Si no llama la atención, pocas veces esa marca triunfará. Debe ser un nombre fácil de recordar, que con una mirada rápida seamos capaces de recordarlo pasados unos días. De esta manera, es como una marca será conocida en el mercado. 
Por otro lado, está la longitud del nombre de la marca. Pensamos que cuanto más corta sea, más impactará al cliente, y ese es un error muy común en este aspecto que estamos tratando. Una marca debe llegar al público, y eso es lo único que importa. Aquí entran en juego las empresas grandes y las empresas pequeñas. Ambas no pueden actuar por igual, ni mucho menos, aunque muchas empresas pequeñas quieran correr demasiado para ponerse a la altura de las grandes empresas. Una empresa grande y conocida se puede permitir el lujo de ponerle a su marca un nombre corto, ya que llamará la atención y será más recordada por sus dimensiones y su calidad que por su marca. Pero hay casos de grandes empresas con nombres largos, por ejemplo, "El corte inglés". Cuando empezó, no era conocida, claro está. Decidieron poner ese nombre a su marca, un nombre largo, pero muy adecuado para que la gente asociara la marca a sus productos. Y así de bien les ha ido. Ahí es donde se demuestra que una marca no tiene que tener un nombre corto, simplemente tiene que tener el poder de que el consumidor sepa asociarla a su servicio. 
Al empezar un negocio, la marca es quizás el aspecto más complicado. Es de la manera en la que se nos va a conocer en el mercado y eso conlleva mucha responsabilidad. Por este motivo, una empresa que empieza, y más si es pequeña, debe estudiar con paciencia qué queremos transmitir con nuestra marca, a qué nos vamos a dedicar y qué sensación queremos provocar en el cliente. Así, habrá que buscar un nombre que sea fácil de recordar (algo muy importante) pero sobre todo, que llame la atención y que se asocie a lo que vendemos. 


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